A falta de RockSound se necesita tener un sitio donde encajar a esas bandas que tienen tablas para hacerte pasar un buen rato, pero que a lo mejor no llenan aforos desorbitados. Allí me dirigí a la pequeña de las salas de Razzmatazz y asistí a una descarga de rock sin complejos.
Empezaba el concierto sin presentaciones banales ni estiramientos, Kill the Mood empezaba calentando los motores, ya que funciona tan bien como primer tema en el disco, como lo hace de mecha en los conciertos. El sonido de la voz estaba un pelín bajo, aunque se iría corrigiendo algo a lo largo de la tarde. Nos aplastaba a continuación la contundencia bluesera de Double Trouble, uno de mis temas favoritos desde que salió como single adelanto. Sin prisa pero sin pausa, se aproximaba el tren del tema más sureño del último trabajo, Another Flavor, que en directo no cuenta con el toque de Santi Campillo y esto no le hace retroceder un ápice en calidad y buen hacer. Bajaba un poco la intensidad del concierto con She Who Must Be Obeyed, quizás una de las más accesibles que consigue mantenerte bailando gracias al combo de bajo y batería.
Con los motores a pleno rendimiento llegó la hora de la díada clásica de que incluye Empty y Lying Eyes, uno de los momentos cumbre de sus conciertos, donde se recoge la llama sureña y se prende para goce y disfrute de los presentes. Momento en el cual las teclas empiezan a tomar su posición con templanza desafiante a cualquier otro elemento que se quiera interponer en su camino. De alguna manera esta parte de sus conciertos siempre me recuerda a aquel concierto homenaje a The Black Crowes que se marcaron en RockSound hace unos años.
De vuelta al último disco, nos adentramos en la psicodélica Statues, la banda sabe quererse y darse su tiempo para desarrollar los temas, cada componente a su ritmo. Una de las razones por las que vale la pena ir a verles en directo: que los temas no se cortan en los tres minutos y algo que se necesitan para el disco. A pesar del poco tiempo de que disponían y de las ganas de seguir presentando el último trabajo, no perdieron tiempo y nos presentaron su nuevo tema I’ll Be Right Back, del cual dijeron que estará publicado como single en breve. El colofón final nos vuelve al redil de su último trabajo con la animada Paradise, el flow de Oh Futility y la revisada Being Me. No queda más remedio que hacer una reverencia a la muestra de elegancia y destreza, además de pasión, que pone esta banda al rock con raíces blues y folk que exudan en cada actuación.
Acto seguido vinieron Los Sex, una banda que tuve la oportunidad de ver abriendo para Mötley Crüe y Def Leppard el pasado verano, y que dejaron en mí muy buena impresión en cuanto a energía en directo. Son una banda madrileña, formada en 2016, que empezaron cantando en inglés y en 2020 deciden cambiar de rumbo hacia el castellano.
Las luces se apagaron y empezó a sonar de fondo la sintonía de Flash Gordon, mientras la banda se jaleaba a golpe de chupito y abrazo. Salieron comiéndose el escenario con su último single, Caramelos, publicado el octubre pasado, y demostrando que habían venido a hacernos sudar. Seguimos sin bajar el ritmo con Todo por ti, para saltar a la primera versión de la noche, totalmente sorprendente: Porque te vas de Jeanette, con un toque especial, como ellos mismos dijeron al presentarla.
La maquinaria seguía produciendo energía con el riff incansable de Auténtico, mientras la banda se dejaba la piel para mover a los presentes. Con un fraseo más funky, recordando a los movimientos cadenciosos de Aerosmith, nos atacaban con Tus Ideas, para empezar a mostrar su lado más sensual.
Entra en escena la parte más teatral de la banda con Enemigos y En la oscuridad, ritmos marcados y mucha interpretación. Un poco de finger picking nos lleva a Mujeres sin memoria, uno de los temas más sentidos del concierto.
Entiendo que a las bandas que se están presentando les guste hacer versiones de quienes han sido sus influencias, eso suele ayudarte como público a ubicarlos en el espectro musical. Pero es un arma de doble filo que te puede pasar factura como sucedió con la versión del Hard to handle de The Black Crowes (que ya es una versión), y más cuando la banda que ha tocado delante han hecho de banda de versiones de los cuervos. Por suerte, el desenfreno y el descaro de la banda no iban a dejarse apocar, consiguieron hacernos bailar, cantar, agacharnos y saltar con el pegadizo Bailando hasta el suelo. Dispuestos a demostrarnos que no hay sala ni espacio que se les resista, pudimos ver a los Danis en modo ‘pilar’ según la nomenclatura castellera, atravesando la sala hasta la barra para hacer el macarra. Sin dejar de demostrar en todo momento lo Mala influencia que pueden llegar a ser. Cerrarían el listado con otra versión inesperada, en este caso de los Sex Pistols (con los que comparten parte del nombre) y su God save the queen, como muestra de lo difícil que se lo quieren poner a las mentes cerradas.
En definitiva, una gran descarga de rock y energía a partes iguales, con descaro y actitud como para ganarse un público más numeroso en sus próximas incursiones. A mí, desde luego, me veréis.
Mi experiencia sobre el evento que tuvo lugar en Razzmatazz 3 el 23 de febrero de 2024
Tras la huella del rock 